Resurgimiento

Resurgimiento

8 enero, 2020 Arte y Cultura Escritos varios 0

¿Cuántas veces nos hemos querido dar por vencidos?, ¿Cuántas personas tienen cicatrices en el alma?, ¿Alguna vez te has sentido que “tiras la toalla” ?, ¿En alguna ocasión has escuchado tuvo un accidente y está deprimida?, “Yo no seguí estudiando, si mis no tenías dinero para ir a la escuela”, Alguna persona te pregunta, ¿Seguiste en la universidad? –No, respondes. Mi papá, se fue de la casa y, ya no pude seguir o mi papá se quedó sin trabajo y, ya no pudo pagarme la universidad. ¡Estoy embarazada, ahora qué voy hacer!…

Usualmente, las personas tendemos a la conmiseración, a que nos digan “pobrecito” ya no pudo seguir, a que nos compadezcan… Otros, se alegrarán de tu situación. Unos pocos, te dirán, ¡ánimo, vos podés salir adelante!, si otros han salido en casos peores, porqué usted lo no haría. ¿Se deberá al apoyo “económico” de otras personas?, será posible que todo depende de la posición económica donde se haya nacido, dependerá de los ahorros de la familia (si tienen), quizás será por los contactos que tengamos o por qué unos salimos adelante y otros no.

Hay muchas y muchas personas, que, gracias a Dios, no nacimos dentro de una familia con una posición económica donde todo lo que se quería, lo teníamos. No. No fue así. Muchas veces, hubo personas que nos tendieron la mano para seguir adelante. Lo cual, hasta la fecha se les agradece, aunque ellas ya no estén en este mundo o ni se recuerden de eso. Estoy totalmente segura que las personas que hemos vivido con “carencias materiales”, somos las más accesibles para compartir lo que ahora tenemos, porque ya lo hemos vivido.

No importa, si te tocó vivir con carencias de cualquier tipo, no importa si tu casa no era un palacio, no interesa si únicamente tenías dos o tres pares de zapatos, la ropa “reciclada” de hermanos era valiosa… Realmente nada de eso importa. Lo verdaderamente valioso, era tu familia, el amor, sus enseñanzas, donde te enseñaron a compartir, respetar, amar, perdonar, a soñar, a ser mejor cada día, a luchar por tus sueños, a ver cada obstáculo como una oportunidad para crecer o aprender una lección. Ni caíste, aprendes la lección, te levantas para continuar y llegar a la meta.

Con el paso de los años, formaste una familia y es acá, donde tienes que renacer porque tienes que demostrarles a tus retoños, que tu vida no fue fácil, pero supiste vencer todos los obstáculos para que ellos vivieran una vida mejor. No se trata, de llenarlos con todas las cosas materiales, no es así. Porque no vas a suplir en la vida de ellos, no que tu no tuviste. Ellos tienen vida propia, tienen sus propios intereses. Hay que enseñarles que no importa la escuela, compañeros, recursos, limitaciones que pudiesen tener, problemas a superar… ellos pueden resurgir para ser mejores cada día.

Donde Dios decidió nacer, el resurgimiento es tu actitud ante la vida. Nadie más, lo hará por ti. Si desea florecer, debes arrancar esa “maleza interior” que no te deja crecer. Tienes que contar con un terreno fértil para que todo lo positivo, retoñe, crezca, se reproduzca y las flores (resultados, metas logradas, sueños alcanzados) irán floreciendo…

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