Escuchar que me extrañabas

Escuchar que me extrañabas

11 noviembre, 2020 Arte y Cultura Escritos varios 0

¿Has extrañado a alguien?, ¿Cuándo fue?, ¿Falleció?, ¿Se mudó a otro lado?, ¿esa persona que sueñas y quieres sacar de tu sueño o de tu alma?, ¿Te hace falta ese mensaje, esa llamada, aquel lugar que marcó algo en tu vida, esos juegos compartidos, travesuras, secretos, esas calles, esa taza de café, esa flor;  que tal ese beso, aquel abrazo, esa mirada cómplice o quizás circunstancias “sin sentido” que te hicieron llenar el alma?  

¡Ah, la vida, debería ser simple!  Por ello, existen personas sencillas de corazón y/o de alma que se conforman con cosas, situaciones o momentos “triviales”, como un saludo, un abrazo, una muestra de cariño, una llamada; aquellos momentos, manifestaciones, situaciones que para otras son “tan comunes”.

¡Esas palabras que pronunciamos o no decimos, tienen un poder increíble!, así como el poder de una oración.  ¡Cuántas veces, llamamos a una persona y “nos desahogamos”! ¿Qué hay detrás de eso?. ¿Cuál es la reacción de tu interlocutor después de colgar?, ¿Cuál es el objetivo de esa comunicación telefónica?; dejará un sabor dulce o amargo en nuestro interlocutor… tú decides y, ¿si esa llamada no llega?.

Hace algunas semanas, escuché una canción y me quedé pensando en la letra.  La volví a buscar en la web y era de Marco Antonio Solís, titulada “Tres semanas” (no soy seguidora de sus canciones) y me analizo mejor la letra para darme cuenta que se asemejaba mucho a lo que viven las madres de la tercera edad. 

En el vídeo cuenta la historia de una madre, que despide a su hijo, quizás toma esa decisión para continuar sus estudios, encontrar un trabajo, superación personal, no lo sé. Ella siempre pidiendo al Ser Superior por su hijo.  Al principio su hijo la llamaba, luego todo cambió. El hijo, aun viendo que le llamaba su mamá, no respondía.   

Pasan los días y semanas, la mamá con incertidumbre de saber cómo está. Cada día, al sonar el teléfono piensa que es él, que la extrañaba. No es así.   Por azares del destino, ella fallece anhelando escuchar su voz y escuchar que le extrañaba. 

Al ver este vídeo, se me hizo un nudo en garganta, porque así como este caso, hay muchas madres, que únicamente desean que sus hijos les hagan una llamada para saber cómo están.  Posiblemente, para no sentirse que son “inservibles, estorbos, que no son un mueble más que se puede tapar y olvidar dentro de una casa”. ¡Si los hijos supieran y vieran en los ojos cansados, ese caminar pausado, las arrugas  en la piel, el cabello que ha cambiado de color, esa voz ya sin la energía de años atrás. Si de verdad, los hijos supieran que a pesar del tiempo, la distancia, las madres a pesar de todo lo que les digan o traten sus hijos, el amor (aunque algunas veces no lo expresen) ¡cuánto les aman, les extrañan y qué cantidad de oraciones o bendiciones han pedido a Dios por ellos”.   Esos hijos, de verdad, no saben, no comprenden o no quieren aceptar la realidad. Ellos, no saben cuánto tiempo más el Ser Superior nos las va a prestar y, quizás cuando se den cuenta, ya es demasiado tarde.

¿Llorarán en su sepelio? Es posible.  ¿Serán lágrimas de arrepentimiento por lo que pudieron hacer, compartir o convivir en vida o de alegría, por saber que ya no tendrán que verla por “ser mala madre”?  No lo sé. 

Por eso, la próxima vez que llames o visites a tu madre, hazlo, pero hazlo de corazón, que ambos se queden con una sonrisa, con alegría en sus corazones, porque no sabes si será la última vez que la verás en esta tierra.   Mañana, esa tumba no te escuchará, ni saldrán oraciones de intercesión por ti. 

Algunas de las estrofas dicen así:  

Ya pasaron tres semanas y mi fe

Se escapó por la ventana

Ya contesto el teléfono tranquilo

Y no con aquellas ansias.

De escuchar que me extrañabas aunque fuera

Una más de tus mentiras

Pero me quedé esperando y esperando

Te has salido de mi vida

No sé a dónde te me fuiste

Que de ti ya no sé nada

Al principio un poquito me buscabas

Y eso mal que bien a mi me consolaba

Te me desapareciste

Como agua entre mis manos

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